Por Cristina E. Wilhelm
En Venezuela nos sentimos orgullosos por nuestro petróleo, por nuestras bellas mujeres, y sobre todo por contar con un diseñador de modas internacional de la talla de Ángel Sánchez, ese arquitecto en el exilio que no puede evitar crear edificaciones de tela que esculpen la belleza femenina, enmarcándola en trajes conceptuales que llamaron la atención de celebridades como Sandra Bullock y Eva Longoria: «Siempre quise justificar mi formación arquitectónica con esa necesidad de expresión a través de la moda, pero debo confesar que no fue fácil dejar la Arquitectura por algo que muchos consideran sperficial«.
Sin dudas, la influencia familiar fue determinante para que Ángel Sánchez se convirtiera en quien es. Su madre era una costurera que se ganaba la vida con el apoyo de una máquina Singer, y para el pequño angelito, las telas, los patrones y los hilos se convirtieron en objetos familiares. En su adolescencia, sus padres tuvieron una mercería que lo obligó a entrar en contacto con ese mundo mágico de canutillos y cristales con los que ha construido su imperio. Fue así como inauguró su atelier en Caracas y se hizo famoso.
Ángel sintió la imperante necesidad de validarse, al asumir el reto de llevar su trabajo a una de las mecas mundiales de la moda, Nueva York. Comenzó tímidamente, introduciendo sus diseños en selectas tiendas por departamentos, como Barney’s y Sacks, pero con la calidad de su trabajo logró inaugurar su atelier en Nueva York, con tan buenos resultados que tuvo que mudarse a la Gran Manzana: «Tuve que hacer y deshacer muchos vestidos para lograrlo, pero valió la pena. Lo más difícil fue acostumbrarme al hecho de tener que hacer dos coleccines anuales. Pero a la vez est te ayuda a organizarte, a ser constante y a demostrar la calidad de tu producto«.
Aunque Ángel Sánchez triunfó en el exterior ha mantenido la humildad intacta; nunca se ha olvidado de dónde vino. Prueba de ello son iniciativas como la desarrollada con las tiendas Beco, que distribuyen su línea casual llamada Concepto, que el diseñador ofrece como un regalo para la mujer venezolana: «Estoy agradecido por todo lo que la gente común y corriente dice sobre mi trabajo. Personas anónimas que se me acercan y me hacen saber su admiración y orgullo. La línea Concepto es simplemente mi modesta retribución a tanta generosidad y reconocimiento. Mi sueño es ver cada día a más venezolanas con una pieza diseñada por mí».
Publicado originalmente en la edición 34 de la revista Tendencia (2007)